Por: Reyes A. Peralta
La
Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, contenida en la Ley 1-12, estableció “la
necesidad de que las fuerzas políticas, económicas y sociales arriben a un
pacto fiscal orientado a financiar el desarrollo sostenible y garantizar, la
sostenibilidad fiscal a largo plazo, mediante el apoyo sostenido a un proceso
de reestructuración fiscal integral y el marco de una ley de responsabilidad
fiscal que establezca normas y penalidades para garantizar su cumplimiento”.
Han
transcurrido ya siete años y no se ha cumplido este mandato de la Ley 1-12, el
cual debió haberse iniciado “en un plazo no mayor de 3 (tres) años” después de
promulgada. Dicho Pacto Fiscal está “orientado a: i) reducir la evasión fiscal,
ii) elevar la calidad, eficiencia y transparencia del gasto público, iii)
elevar la eficiencia, transparencia y equidad de la estructura tributaria, iv)
consolidar en el Código Tributario los regímenes de incentivos, v) racionalizar
los esquemas tarifarios en la provisión de servicios públicos, vi) elevar la
presión tributaria, para viabilizar el logro de los objetivos de desarrollo
sostenible formulados en esta Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, vii)
cumplir con los compromisos asumidos en los acuerdos comerciales que tienen
implicaciones fiscales, y viii) elevar el ahorro corriente e implementar
políticas contracíclicas”.
En
el año 2020, después del proceso electoral, se debe propiciar el escenario
adecuado para que la sociedad política y la sociedad civil compuesta por
empresarios, las iglesias y las organizaciones no gubernamentales arriben a un gran
acuerdo para realizar la reforma fiscal integral que tanto han demandado todos
los sectores sociales. Aprobar un código
tributario más progresivo, es decir, que los mayores ingresos paguen los
tributos más altos. El código debe contener
dispositivos legales que eliminen los huecos por donde se filtra la evasión y
la elusión fiscal.
¿Cuál ha sido el comportamiento de la presión
tributaria en República Dominicana?
Reformas
tributarias van y vienen y sin embargo la presión tributaria, definida como el
cociente entre los ingresos tributarios y el Producto Interno Bruto (PIB), se
ha mantenido prácticamente en los mismos porcentajes desde hace 40 años. En el
gráfico se observa que en los últimos cinco años se ha situado por debajo del 14%, en tanto que los ingresos totales se
situaron en 15% del PIB al cierre de 2018.
Comparado con los países de América Latina la presión tributaria
de República Dominicana está ubicada entre las más bajas, como se observa en el
siguiente gráfico.
¿Cuánto cuesta la evasión y la elusión
fiscal en República Dominicana?
De
las investigaciones más actualizadas, existe un estudio del Ministerio de
Hacienda de octubre de 2018, sobre la Estimación del Incumplimiento Tributario
en la República Dominicana, en el cual
se midieron los dos impuestos más importantes: Impuesto a la Transferencia de
Bienes Industrializados y Servicios (ITBIS) y el Impuesto Sobre la Renta (ISR),
que representaron 60% de la recaudación promedio de los años 2007-2017. En
dicho estudio se estimó el incumplimiento del Impuesto Sobre la Renta en
RD$213,136.8 millones para el 2017, equivalente a 60.4% en pérdida para el
fisco con respecto al nivel que debió haber recibido. El monto representa el
5.9% del Producto Interno Bruto (PIB).
El
71.5% de la pérdida en recaudación del Impuesto Sobre la Renta corresponde a
personas jurídicas o empresas, es decir, unos RD$152,316.9 millones, mientras
que las pérdidas en ISR por personas físicas, el restante 28.5%, se estimó en RD$60,819.9
millones.
El
incumplimiento tributario del ITBIS se estimó en RD$131,034.6 millones, es
decir, una pérdida para el fisco del 43.6% del total de lo que debió haber
recibido por concepto de este impuesto, lo cual equivale al 3.6% del PIB.
El
total de recursos fiscales dejados de percibir por el Estado en el año 2017 por
concepto de estos dos impuestos, ISR e ITBIS, ascendió a RD$344,171.4 millones, que representó el
9.5% del PIB. El incumplimiento tributario de esos dos impuestos equivale
aproximadamente al 70% de los ingresos tributarios globales del 2017.
¿Y cuál es el sacrificio fiscal por las
exenciones tributarias?
El
Presupuesto General del Estado para el año 2019, contiene una estimación del
gasto tributario, que es un monto de ingreso que el “fisco deja de percibir y
con el cual se benefician determinadas actividades económicas, sectores, zonas
geográficas o contribuyentes”. Este tipo de sacrificio se hace a través de
exenciones, deducciones, créditos o pagos diferidos, entre otras.
Se
espera que en una Reforma Fiscal Integral se pueda establecer un régimen de
incentivos con políticas coherentes para el fomento de las actividades productivas, pero
que dichos incentivos no sean un cheque en blanco, sino que los beneficiarios
se comprometan a devolver a la sociedad esos aportes en empleos, eficiencia, innovación,
entre otros, y que estos estímulos no sean eternos, que tengan un tiempo definido
para ser otorgados.
Para
el año 2019 la estimación del gasto tributario asciende a RD$220,867.8
millones, equivalentes a 5.1% del Producto Interno Bruto (PIB).
Si
asumimos que las pérdidas fiscales por incumplimiento tributario, evasión y elusión
del ITBIS y del Impuesto sobre la Renta son las mismas que el año 2017, y
sumamos el conjunto de exenciones tributarias del año 2019, tenemos el equivalente
al 14.6% del PIB, es decir, un valor mayor que el nivel de 13.7% que actualmente
se recauda en impuestos.
Impacto social de las pérdidas de ingresos
fiscales
Existe
en República Dominicana una amplia demanda de servicios y obras de
infraestructura para el desarrollo del país, las cuales no pueden ser
acometidas por falta de recursos. El área de la salud requiere más recursos, la
seguridad de la ciudadanía, la justicia, viviendas, carreteras, se necesita
incrementar la inversión en investigación, desarrollo e innovación, afrontar el
grave problema del cambio climático, con especial cuidado en las fuentes de
agua dulce, así como el saneamiento ambiental.
Un
grave problema que afronta el país para su desarrollo es el bajo nivel de
inversión que ha rondado el 2% del PIB en los últimos años. El gasto de capital
asignado en el presupuesto de 2019 equivalente a 3.1% del PIB, es insuficiente
para acometer las obras de infraestructura necesarias para impulsar el
desarrollo nacional de la República Dominicana. Para situarnos en la senda del
desarrollo el país requiere inversiones de capital mínimo del 5% del Producto
Interno Bruto año tras año, porque la acumulación de capital amplía la
capacidad productiva de la economía, siempre que se emplee eficientemente, y
así lo indican organismos internacionales como la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL).
Impacto en el déficit fiscal y aumento
de la deuda pública
La
presión tributaria del país es una de las más bajas de América Latina. Esa
carencia de ingresos fiscales es una de las causas de los déficits del Gobierno
desde el año 2008 a la fecha, el cual se magnifica con el déficit cuasi fiscal
del Banco Central. Este último como consecuencia de las quiebras bancarias del
2003.
Los
continuos déficits fiscales también han impactado en el crecimiento de la deuda pública. En efecto, la deuda
pública consolidada pasó de US$28,267.5 millones en el año 2013 a US$40,975.5
millones en el 2018, para representar el 50.4% del PIB. Es un crecimiento
significativo que requiere medidas correctivas para evitar problemas económicos
mayores en el mediano y largo plazo, empezando por corregir el déficit fiscal.
Medidas
Propuestas
El
Banco Mundial realizó un estudio para República Dominicana titulado “Hacia un
Sistema Tributario más Eficiente” publicado en junio de 2017, con el objetivo
de “ respaldar los esfuerzos del Gobierno por aumentar los ingresos y reforzar
la estabilidad fiscal”.
Sostiene el organismo multilateral que “en el estudio se
muestra que una parte considerable de la pérdida de la recaudación se puede
atribuir a la mala gestión, las cargas administrativas, las distorsiones
impositivas, el fraude, la evasión y, en menor medida, un sistema generoso de
gastos fiscales”.
Dentro de sus recomendaciones indican las siguientes opciones
para incrementar los ingresos tributarios a través de reformas tanto de
políticas como administrativas:
· Fortalecimiento de la capacidad de cruzamiento de datos
facilitaría radicalmente el proceso de identificación de los contribuyentes que
no cumplen.
· Utilización de la tecnología de la información y los
programas de verificación basados en el riesgo podrían reforzar la
administración tributaria.
· La reforma del uso de la tarjeta de exención de ITBIS para la
adquisición de bienes y servicios seleccionados podría reducir drásticamente la
evasión del ITBIS.
· La eliminación de los impuestos “incómodos” que generan poca
recaudación simplificaría la administración tributaria y facilitaría el
cumplimiento.
También señala el Banco Mundial que las inversiones están más
estrechamente ligadas a reformas estructurales que benefician la competitividad
del clima para los negocios que a incentivos fiscales específicos. Su análisis
parece confirmar la prevalencia de un problema de inclusión en la economía
dominicana y, específicamente, un debilitamiento del factor de remuneración
laboral frente al capital en la República Dominicana. Sugieren que:
· La simplificación de las exenciones al ITBIS podría
incrementar sustancialmente los ingresos públicos con un impacto mínimo en los
hogares pobres.
· Incorporar análisis rutinarios y rigurosos de costos y
beneficios de todos los incentivos y los gastos fiscales de las empresas como
un primer paso de su reforma, y adoptar cláusulas de caducidad claras en toda
la legislación que genera o modifica incentivos fiscales.
Otros economistas han propuesto que el Impuesto Sobre la
Renta se cambie por un Impuesto sobre los ingresos brutos de las empresas como
forma para evitar la evasión y la elusión fiscal.
Es oportuno señalar que no basta con tener un marco legal
moderno y bien estructurado si no contamos con entidades recaudadoras
eficientes, con personal altamente calificado y con los recursos adecuados para
llevar a cabo su labor.
Finalmente consideramos que es necesario corregir las
distorsiones en el sistema tributario, revisar el conjunto de exenciones
tributarias, mejorar la administración para evitar la evasión y la elusión
fiscal, así como mejorar la gestión del gasto para hacerlo más eficiente. Pero
es imperativo una ley de responsabilidad fiscal que asegure un uso pulcro y
eficiente del gasto público.
En el año 2020 los líderes políticos, empresariales, de la
iglesia y demás organizaciones de la sociedad civil deben llegar a un gran
acuerdo para aprobar las reformas pendientes, que fortalezcan la
instituciones y creen las condiciones para el desarrollo sostenible de toda
la sociedad.
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